jueves, 2 de diciembre de 2010

Qué es la lluvia ácida, sus consecuencias y cómo disminuirla


Se llama lluvia ácida a las precipitaciones húmedas (lluvia, nieve, aguanieve, niebla y rocío) y también a las deposiciones secas (partículas acidificantes y gases) que contienen componentes ácidos. Un nombre correcto o más técnico para este tipo de precipitaciones sería deposiciones ácidas.

Animales acuáticos y terrestres, árboles y plantas, e incluso infraestructuras humanas sufren los efectos dañinos de este fenómeno. Ella es causada por el ser humano, que emite óxido de nitrógeno y el dióxido de azufre de sus fábricas, centrales eléctricas, coches, etc.

Los efectos da la lluvia ácida pueden llegar a ser devastadores, desde la acidificación de ríos, lagos y mares que dificultan la vida acuática, hasta el desgaste y muerte de la vida vegetal en bosques.

Cómo saber cuándo es lluvia ácida
El agua destilada, que no tiene dióxido de carbono, tiene un PH neutral de siete. Cualquier líquido con menos de siete de PH es ácido, y aquéllos que tienen un PH superior son llamados básicos.

La lluvia común, es decir la lluvia no ácida, tiene un PH de 5,2 a 5,6, o sea es un agua ligeramente acidificada. Esto es porque el dióxido de carbono y el agua en el aire reacciones juntas para formar el ácido carbónico, un ácido débil.

Cuando el agua de la lluvia entra en contacto con la contaminación humana de la atmósfera forma ácidos más fuertes. Así, el agua de lluvia se vuelve más ácida todavía, con un PH por debajo de tres.

Recomendaciones
No acelere su vehículo automotor para calentarlo o esperando en una cola. Acelerar el carro y frenar constantemente, o mientras se calienta en la mañana, produce más emisión de dióxido de carbono (CO2) lo que genera más gases contaminantes en la atmósferas.

Sembrar árboles es una buena opción. Durante su existencia, los árboles pueden eliminar de la atmósfera grandes cantidades de dióxido de carbono (el gas principal del efecto invernadero que produce lluvia ácida). Hace 10.000 años los bosques ocupaban más de 6.000 millones de hectáreas. Hoy, los bosques apenas ocupan 4.000 millones.

Ejercer presión. Muchas empresas no quieren disminuir sus emisiones de gases a la atmósfera, entonces, por qué no forzarlas a que siembren árboles conjuntamente con la comunidad que los rodea. Debe ser una labor mutua entre vecinos, directivos de fábricas y gobierno.

Por José Bruzual

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