sábado, 15 de enero de 2011

ESPECIAL> Cumaná. II parte

Cada monumento cuenta una historia


Por Leonardo Bruzual Vásquez


Algunos autores afirman que fue fundada en 1515 por los frailes franciscanos. Otras alegan que en el año 1521. Lo cierto es que en esta antigua ciudad, que no se queda en el pasado, debido al desarrollo que ha venido teniendo en los últimos años, le brinda la oportunidad de conocer tantos monumentos históricos. Cada uno cuenta su propia leyenda.

Uno de los más conocidos por turistas, idea del maestro Pizo, en homenaje al poema “Cumaná: mariscala y marinera” de Andrés Eloy Blanco, y que sirvió punto de referencia, desde 1955 hasta 2008 en la antigua entrada de la ciudad, es la “famosa” redoma del indio. Entre delfines, extendiendo sus brazos con lo que se supone es un pez pargo en las manos, está ubicado al principio de la avenida universidad, arteria vial que funge como alfombra de bienvenida para quienes habitan y visitan la colonial urbe.

Otro de los sitios históricos que destacan en la ciudad como el castillo de San Antonio de la Eminencia, construido en 1686 sobre la única elevación de importancia en la zona, el cerro Quetepe. Sirvió de fuerte para proteger a la ciudad. Tiene forma de estrella de cuatro puntas, cada una de las cuales indica un punto cardinal. En él, estuvo recluido el general en jefe, José Antonio Páez.


  Al pie del cerro, el antiguo barrio de Santa Inés alberga algunos edificios antiguos, como la iglesia de Santa Inés, una joya colonial de finales de siglo XVIII, erigida en honor de la patrona Cumaná. En esta fue bautizado el prócer Antonio José de Sucre. A su lado, el fuerte de Santa María de la Cabeza fue el primer bastión fortificado de la ciudad. El edificio sirvió como residencia del gobernador colonial y dio refugio a la población contra los ataques enemigos. 


El casco histórico de la ciudad se impone la catedral de Cumaná, obra construida en 1.945, frente a la plaza Andrés Eloy Blanco. El terremoto de 1929 destruyó parcialmente la edificación, la cual fue restaurada en 1936. El artífice fue Monseñor Breckman, quien concibió la obra, diseñó los planos y trajo la madera de las montañas de Cariaco, es una construcción neo-clásica  con un magnífico retablo de madera labrada, el cual fue traído de España al igual que las estatuas religiosas.

En la avenida Perimetral, al norte de la ciudad, se encuentra el Monumento de la Fundación, el cual consta de un monje franciscano y un indio a su lado. Desde ahí, se puede vislumbrar el golfo de Cariaco y la península de Araya. La galería que funciona en el interior exhibe muestras artísticas y de historia natural. Y a escasos 200 metros se sitúa una de las primeras fortalezas construidas en Cumaná, los Castillitos.

A pocas cuadras hacia el sur y a orilla del río Manzanares, se yergue estoico un pálido muro, remanente de la riqueza que poseyó el convento de San Francisco, considerada la primera escuela de América, en donde los frailes, le impartían clases religiosas a los indígenas.


Además, está el Fortín de San Carlos o batería de la Boca, ubicada en el sector El Salado, del que sólo quedan zócalos y bases de la construcción.

Todo depende del cristal con que se mire, y en esta ciudad cada monumento cuenta a su manera lo que fue y es Cumaná. En la próxima entrega, sitios actuales de recreación y esparcimiento.

2 comentarios:

  1. saludos, dónde exactamente se encuentra el Fortin de San Carlos??? Los Castillitos en que año se construyo???

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